Bariay, (que es vocablo de claras resonancias aruacas ), es el primer nombre en la historia de Cuba (y de Iberoamérica).
Dice el Almirante en su Diario que el sábado 27 de octubre, apenas hubo salido el Sol levantó anclas de aquellas islas en las que estaba y que él las llamó de Arenas por el poco fondo que tenían en su parte Sur (las actuales Ragged Islands), y que avanzó al Sudeste. Antes de caer la noche, que fue lluviosa, vieron tierra, pero quedaron a la espera del nuevo amanecer para desembarcar.
Las más profundas investigaciones geográficas coinciden en asegurar que en esa tarde del 27 de octubre, Colón y sus expedicionarios debieron anclar a unas veinte millas náuticas de las costas de Cuba y que si, como dice en el Diario, al siguiente amanecer siguió rumbo al sursuroeste, entonces su faro más probable era el cerro amesetado de la Silla de Gibara y por tanto su triángulo visual debió encontrarse entre la bahía de Gibara y la de Naranjo. Pues bien, quien esté en esa posición y se dirija a la tierra más cercana llega a la bahía de Bariay.
Dice en las notas del diario hechas por el célebre padre Las Casas, que dijo el Almirante que nunca tan hermosa cosa “vido”, cercado todo el río “hermoso” de árboles. (El Almirante, recién llegado de Europa, donde corren ríos enormes, consideró que era río la estrecha bahía de Bariay, y también les dice ríos a las siguientes bahías que tuvo a su vista, llamándolas con el nombre de los días de la semana que transcurrían cuando las conoció: así la de Gibara fue Río de Martes, porque fue un martes cuando llegó Colón a la dicha bahía. Solo que la traducción nos jugó una mala pasada, y en la actualidad casi todo el mundo asegura que el Almirante llamó a aquel lugar: Río de Mares.
Toda vez que las pequeñas islas lucayas visitadas por el Almirante antes de llegar a Bariay muy pronto pasaron a propiedad de Gran Bretaña, entonces debe considerarse el lugar de arribo a Cuba como el espacio donde nació Iberoamérica.
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