Tras el Triunfo Revolucionario del 1 de enero de 1959, el gobierno de Estados Unidos y la reacción interna iniciaron una serie de agresiones contra la naciente revolución, para lo cual emplearon toda una serie de acciones económicas, entre estas el terrorismo de estado, el espionaje y la subversión, los planes de asesinato de sus dirigentes y el fomento de la contrarrevolución, no solo en las ciudades sino también en las zonas montañosas con el incremento de bandas terroristas que combatían el poder del Estado.
En correspondencia con esa política agresiva, la alta dirección de la Revolución adoptó las medidas necesarias para fortalecer la defensa del país y garantizar el proceso de grandes transformaciones revolucionarias que se realizaban en la sociedad cubana.
Se crearon las Fuerzas Tácticas de Combate que cubrían todo el territorio nacional, las Columnas Especiales de Combate y el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, al frente del cual se designó al comandante Raúl Castro Ruz.
A partir del primer semestre de 1959, los hombres y mujeres del pueblo, con un elevado sentido de patriotismo, enardecidos ante los ataques y agresiones del enemigo interno, solicitaron al Comandante en Jefe Fidel Castro un puesto en la trinchera con las armas en las manos. De esta forma nacieron las primeras Milicias Nacionales Revolucionarias, devenidas en poderosa fuerza auxiliar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
En el caso del Oriente Cubano, bajo el mando de Raúl Castro, quedó inmortalizada la frase del Comandante en Jefe a su hermano cuando le dijo: ¡Vete para Oriente que si salva ese territorio estará salvada la Revolución!, y comenzó un trabajo de organización y preparación de los batallones milicianos.
Se crearon diversas escuelas como San Pedrito en Santiago de Cuba, Güirabo en Holguín y otra en Moa, esta última convertida posteriormente en la Escuela de Formación de Oficiales de Milicias, de donde salieron importantes cuadros del Ejército Oriental.
Para preparar a los cuadros de mandos de los batallones de milicias nació con mucha fuerza la Escuela de Oficiales de Milicias de Matanzas, con el general José Ramón Fernández Álvarez al frente, que hicieron historia en las arenas de Playa Girón durante el artero ataque mercenario de abril de 1961.
Obedeciendo a la misma estrategia de lograr jefes preparados en la técnica militar, surgió el 7 de enero de 1961, la Escuela de Oficiales de Milicia “Pedro Soto Alba” en Moa. Antes de esta fecha, cumpliendo con las indicaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro y del Ministro Raúl Castro, los alumnos preseleccionados fueron sometidos, en la Sierra Maestra, a una fuerte preparación física con el reto de escalar como mínimo tres veces al Pico Turquino, u otros recorridos que tenían que hacer desde las Vegas de Jibacoa hasta Minas de Frío cargando materiales de construcción y otros avituallamientos, lo cual requería someterse a un gran esfuerzo.
Antes de partir para el campamento Cansay, en la referida zona minera de Moa, actual provincia de Holguín, esta generación de jóvenes aspirantes a cuadros de mando de las milicias y de las Fuerzas Armadas después, hicieron la proeza de emprender un recorrido desde la Sierra Maestra, Vegas de Jibacoa hasta la propia Ciudad de los Parques. Luego continuaron su preparación con un internado en el Instituto Técnico de Holguín; desde el Puerto de Antilla, partieron posteriormente. A bordo de una patana fueron trasportados hasta Moa, para continuar el resto del programa que los convertiría en oficiales de las Milicias Nacionales Revolucionarias.
Como instructores o profesores captaron a alumnos de la Escuela de Cadetes, soldados del derrotado gobierno que se incorporaron al Ejército Rebelde durante la gesta libertaria o militares que el primero de enero de 1959 estaban detenidos o presos por discrepar con la derrotada dictadura, y algunos combatientes rebeldes.
Significamos que, tanto la formación miliciana y sus batallones de combates como esta escuela de Moa, fueron monitoreadas sistemáticamente por el Comandante Raúl Castro Ruz, y en los pasos previos del proceso, en sus principios esenciales, se tuvo en cuenta la selección del personal que se sometería a un régimen de estudios militares sobre la base de la voluntariedad y selectividad, según los territorios y sus características.
Esta fuerza voluntaria del pueblo estaba dispuesta a todo por defender sus conquistas frente a las amenazas y los peligros de agresión del Gobierno de los Estados Unidos. Así comenzó el entrenamiento militar a obreros, campesinos, profesionales —hombres y mujeres— convertidos en soldados, quienes se integraron de diferentes maneras como excelente cantera para nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Durante el segundo semestre de 1960 el archipiélago cubano, y en especial la provincia de Oriente, se convirtieron en una gigantesca escuela de combatientes revolucionarios. En solo unos meses se realizó la hazaña sin precedentes de organizar, armar y preparar al pueblo con vistas a combatir a las fuerzas agresoras imperialistas si osaban atacar y la activa acción de la contrarrevolución interna.
Preparar las fuerzas resultó una máxima de la Dirección de la Revolución. El ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro Ruz, asentado la mayoría del tiempo en el Oriente Cubano por una estrategia, comenzó a buscar todos los espacios necesarios y el personal preparado para inculcar el conocimiento del uso de las armas y la preparación elemental, física y general del soldado.
Dos escuelas, una en San Pedrito en lo que fuera la Feria Agropecuaria de Santiago de Cuba y otra en Güirabo (Holguín), se convirtieron en centros docentes para la preparación elemental de los milicianos y milicianas. Estas tuvieron su prueba de fuego con la preparación de cinco mil milicianos de casi todos los municipios del actual territorio holguinero que, organizado en diez batallones y bajo el mando del Comandante “Eddy Suñol Ricardo” participaron en El Escambray en 1961, en la llamada “Operación Jaula”.
De las aulas de esta escuela de Moa, se graduaron 192 oficiales el 31 de marzo de 1961, en cuya graduación participó el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, acompañado por los comandantes Armando Acosta Cordero y Calixto García, además del capitán Jorge Risquet Valdés. Los graduados fueron designados para resolver necesidades de la defensa de otros territorios y, en el caso del Oriente Cubano, reforzaron las diferentes dotaciones milicianas.
Los batallones debidamente organizados con hombres como estos, frustraron los alzamientos de elementos contrarrevolucionarios en diferentes localidades de nuestro archipiélago así como otros actos contra el Poder Revolucionario. Se opusieron tenazmente a los continuos ataques piratas, los planes subversivos y las diferentes operaciones diseñadas para atentar contra la vida de los principales dirigentes del país que pretendieron socavar las bases de esta nueva sociedad. Una vez más, se equivocaron nuestros adversarios; sus maniobras amparadas en las sombras oscuras de los cobardes, quedaban desarticuladas.
En lo que resultó el escenario donde se creó la Escuela de Oficiales de Milicias, se prepararon varios batallones de milicias residentes en zonas rurales.
Sobre el tema el periódico Surco refleja el 21 de diciembre de1960 lo siguiente:
Acompañado por el comandante del Ejército Rebelde Armando Acosta Cordero, Jefe de la construcción de la “Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos” en Las Mercedes, la combatiente Vilma Espín Guillot, el capitán Juan Escalona, el poeta chileno Pablo Neruda y su esposa, y los poetas cubanos Raúl Ferrer y Manuel Navarro Luna, el comandante Raúl Castro Ruz, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, participó en la tierra roja de Moa, hoy provincia de Holguín, en el desfile y acto de graduación de varios batallones de las Milicias Campesinas que estudiaron en el sitio de Cansay.
Esto nos indica la importancia brindada por el segundo jefe de la Revolución, quien sabía que ubicar este centro de preparación militar de Moa obedecía a varios objetivos dentro de la estrategia general defensiva de la región y del proceso revolucionario: Tener una fuerza lista que pudiera entrar en acción si desde el exterior se actuaba por parte de los dueños de las instalaciones mineras abandonadas por ellos e incautadas por el Poder Revolucionario; preparar personal para brindar seguridad defensiva a la zona costera Moa - Baracoa, por su proximidad con la Base naval de Guantánamo y por los anunciados planes de desembarco enemigo por esa geografía.
En esa época existía una organización militar del Ejército Rebelde nombrado Fuerzas Tácticas de Combate, diseminado por diferentes sectores, bajo el mando del comandante Calixto García Sánchez.
Si bien durante el desarrollo del curso hubo bajas en aquellos que no pudieron resistir o por otras causas, los graduados del curso militar del Cansay se vincularon de lleno, sobre todo a partir del surgimiento del Ejército Oriental, donde por su entrega, superación y valentía demostrada alcanzaron grados superiores como generales, coroneles, tenientes coroneles, mayores y otros grados militares.
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