Dulcinia o Dulcy, como le llaman sus amigos, asegura ser "un milagro de la medicina cubana" y confiesa que hacer mucho ejercicio la mantiene activa aun con sus más de siete décadas de vida en Holguín.
Nacida en "Fray Benito", municipio “Rafael Freyre”, dice que agradece y admira la medicina cubana, sobre todo después de sus 13 intervenciones quirúrgicas.
"Siento un agradecimiento muy grande, muy profundo, por todas las personas que contribuyeron a mi mejoramiento, cada vez que me decían que debía operarme, enseguida daba mi aprobación pues sabía que de ello dependía mi salud y siempre me he sentido confiada en las manos del personal de salud de mi país", asegura
Dulcinia Torres Cordobés, quien imparte idioma ruso en la filial del ISA en la provincia de Holguín a sus 74 años.
Cuenta que su última operación quizá fue de esas cosas que a veces no entendemos los humanos y que algunos llaman coincidencia y otros, sencillamente, "cosas del destino".
"En el año 2014 me realizaron la última intervención quirúrgica en el Instituto Cubano de Oftalmología Ramón Pando Ferrer en La Habana. Me operaron ambos ojos en solo 15 días, pues padecía miopía desde que estaba en la escuela primaria, también tenía cataratas y una pequeña afección en el cristalino. La atención de todos en esta instalación fue inmejorable, y qué decir de los efectos del tratamiento, volver a ver claramente es una experiencia que agradezco a todo el personal del Centro", refiere.
Hay un refrán popular que dice "Haz bien y no mires a quién", pero Dulcinia nunca imaginó que mucho antes de que existiera la institución hospitalaria, esta educadora holguinera tenía un encuentro pendiente con la misma.
"Cuando tenía 11 años, recuerdo bien que la esposa del médico de mi pueblito, el Doctor Luis Fernández de la Vara, organizó un pequeño grupo de muchachas para recoger dinero para la construcción del Instituto Oftalmológico Pando Ferrer, conocido así por muchos. Aún conservo una foto de esa época. Cuando comenzamos con la tarea, yo era la más jovencita de todas. Estuve allí como paciente y dediqué unas palabras de agradecimiento al hospital cuando me recuperé", agrega.
Sus palabras se encuentran en la actualidad en la biblioteca del Instituto, junto a la fotografía con sus compañeras durante la recolección de los donativos para su construcción.
Dulcinia jamás pensó pasar 13 veces por el quirófano, donde lucharía por su vida, ni recibir cuidados médicos en el hospital donde no colocó precisamente una piedra, pero sí apoyó a su construcción.
Lo cierto es que Dulcy, nuestra profesora de ruso, agradecerá siempre ser uno de los tantos milagros de la medicina cubana, la cual no escatimará ni 13 veces, ni mil, en luchar por la vida de cada cubano.
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